Los precursores
Por Lorenzo Franco Aranda
En el claro amanecer de un soleado día de abril en la década de 1930, el pescador Antonio González, a bordo de su lancha de motor navegaba por el río en Gutiérrez Zamora, para dirigirse a la comunidad Plan de Arroyos, en el vecino municipio de Tecolutla, acompañado de su pequeña hija Lupita, de escasos ocho años de edad.
Como en otras ocasiones, Lupita se fe a sentar en la popa (parte trasera) de la embarcación, mientras el viento secaba su cabello, pues acababa de bañarse, con tan mala suerte que el aire le echó hacia atrás pelo, el cual se le enredó en el motor de la lancha, entre sus gritos de dolor.
Al darse cuenta de la tragedia, don Antonio detuvo el motor y se fue remando hacia la ribera, para llevar su hijita hacia el consultorio del doctor Alejandro Cerizola, quien con un bisturí le cortó el sangrante colgajo de piel y pelo.
Luego de limpiarle bien la enorme herida, el médico le puso polvo de sulfatiazol y le recomendó a don Antonio que la alimentaran con un caldo de res y verduras diariamente, en tanto cicatrizaba la lesión craneana.
Años después, tuve oportunidad de conocer a doña Lupe en su natal Zamora, usando una peluca para cubrir la gran cicatriz de su cabeza y fue así como conocí su lamentable historia.
Por otra parte, cabe recordar que el doctor Cerizola, procedente de la capital del país, llegó a Papantla en la década de los años veintes para ejercer su profesión, donde tuvo oportunidad de conocer y tratar a mis padres.
Incluso, en alguna ocasión decidió probar suerte en la política, lanzándose como candidato diputado local, en cuya campaña lo acompañó mi papá Luis Franco Olarte, por lo que elegantemente trajeados recorrieron a caballo las principales comunidades de este distrito electoral.
El doctor Cerizola también tenía afición por la fiesta brava y cuando había oportunidad, se lanzaba al ruedo para torear vaquillas, pese a su baja estatura y su sobrepeso.
Años después, este afamado facultativo se radicó en la vecina Gutiérrez Zamora para ejercer su profesión y atender gratuitamente a las personas de escasos recursos en el dispensario que tenía en su domicilio y en la Cruz Roja zamoreña.
